Oct. 6th, 2021

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Entrenando la Voluntad: 2

Por John Michael Greer

Traducido por Augusto Monge



Hablemos un poco más acerca del entrenamiento la voluntad.

Si seguiste las instrucciones de la semana pasada, pusiste una nota recordándote que te tocaras la nariz, y luego una vez al día, cuando viste la nota, te tocaste la nariz diez veces. Tan deliberadamente absurdo como eso fue, te ayudó a comenzar a desarrollar dos habilidades importantes. La primera habilidad es hacer lo que escoges hacer, sólo porque decidiste hacerlo, sin ninguna otra razón en lo absoluto. La segunda habilidad es no hacer lo que escogiste no hacer, sólo porque no escogiste hacerlo.

Las veces que viste la nota y no te tocaste la nariz son tan importantes como las veces que la viste y lo hiciste. Se levantas pesadas, sabes que los músculos van en pares –hay un músculo extensor que estira parte de ti, y un músculo flexor que tira de esa misma parte, y tienes que ejercitar ambas de ellas por separado. La voluntad es de la misma manera. El músculo extensor de la voluntad es la palabra “Sí”. El músculo flexor es la palabra “No”. Tienes que fortalecer ambas de igual manera, para que puedas aceptar libremente lo que quieres en la vida y puedas rechazar libremente lo que no.

Con eso en mente, prosigamos.

Hablamos la semana pasada acerca de los hábitos de la voluntad. Esos son tu mayor fortaleza y tu mayor debilidad, y los trataremos de varias maneras y desde varios ángulos mientras prosigamos. Por ahora, concíbelos como movimientos de la voluntad que repites una y otra vez hasta que se vuelven automáticos. Esa es una fuente de inmenso poder, ya que puedes crear hábitos de la voluntad en cualquier momento que desees, por la simple conveniencia de repetir movimientos de la voluntad una y otra vez. Es una fuente de inmensa debilidad, porque una vez que un movimiento de la voluntad se vuelve automático, tiende a sumergirse debajo del umbral de tu atención –y una vez que está ahí es difícil de alcanzar e incluso más difícil de detener.

Sin embargo hay un esqueleto que sirve de llave para abrir el candado, y su nombre es atención.
La mayoría de la gente, la mayoría del tiempo, va por la vida en lo que equivale a un dormitar superficial. Dejan que sus hábitos de la voluntad dirijan sus vidas por ellos, y somnolientemente aceptan cualquiera que resulten ser los resultados de aquellos hábitos. Es una parte normal de ser humano, pero no está cableado inamoviblemente en nosotros. Podemos cambiar ese estado si prestamos atención por elección.

Ahora, antes de que sigas leyendo, mira a tu alrededor y observa si puedes encontrar algo en tus alrededores que sea naranja. Si encuentras algo, ve si puedes encontrar algo más. Dedica un minuto o dos a esa deliberadamente absurda tarea, y mientras intentas trata de notar qué es lo haces.

¿Ya lo hiciste? Bien. Acabas de cambiar el enfoque de tu atención de las palabras en la pantalla enfrente de ti hacia la presencia o ausencia de cosas naranjas en tu campo visual. Lo más probable es que cuando entraste al cuarto en dónde estás sentado e hiciste lo que fuera que hiciste antes de leer esta lección, no estabas para nada consciente de las cosas naranjas en la habitación. Ahora estás consciente de ellas. El hecho de que estés consciente de ellas no significa nada; el hecho de que conscientemente cambiaste el enfoque de tu atención lo es todo.

El movimiento de la atención es el más básico y sencillo de los movimientos de la voluntad. Antes de que puedas usar tu voluntad libremente en cualquier situación, tienes que ponerle atención. Por lo tanto, la tarea que introduje en la primera lección en esta serie –establecer el habito de la voluntad consciente– depende antes que nada en desarrollar el hábito de dirigir la atención conscientemente. El ejercicio que acabas de hacer, variado apropiadamente, te proveerá de tu siguiente semana de trabajo.

Segundo Ejercicio: Quita el pedazo de papel que dice “¡Toca tu nariz!” y en su lugar coloca otro que diga, simplemente, “Color”. Una vez al día, usando la nota como recordatorio, escoge el color que quieras – azul, rojo, negro, morado, blanco, café, tú escoge—y después echa un vistazo y nota las cosas a tu alrededor que sean del color que escogiste. No tienes que notar todo lo que sea de ese color, pero puedes si quieres. Sólo presta atención al color. Cualquier otra vez que veas la misma nota ese día, no repitas el ejercicio.

¿Lo tienes? Bien. Avanzaremos más la siguiente semana.

Nota: Sólo una vez al día, esto es importante porque decidir no prestarle atención a algo también es parte de entrenar la atención consciente. ¿Queda claro? Si ves la nota más de una vez al día, no haces el ejercicio las veces subsecuentes a la primera.

Consultado de https://ecosophia.dreamwidth.org/105135.html con la bendición del autor y traducido con el cariño de alguien que ha encontrado estas lecciones extremadamente útiles y con la necesidad de una divulgación más amplia. Para conocer más acerca del autor, dónde publica ensayos semanales de diversos temas consultar: www.ecosophia.net o su librería física o en línea preferida más cercana.

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